Cuando uno mantiene una relación suele modificar actitudes por consideración al otro y en beneficio de la misma unión, para que todo siga en perfecta armonía. Pero existen ciertos límites.
Si uno al ceder está sintiendo insatisfacción. Si siente que está pasando a llevar su integridad o que se está humillando. Si pides perdón por cosas que no te parecen incorrectas, ni por las cuales te arrepientes y solamente lo haces para que el otro no se enoje. Si sientes que te estás resignando. Si sientes que no te valoran y que los pequeños sacrificios no están valiendo la pena. Si te estás alejando de lo que realmente quieres y lo que siempre has querido. Si dejas de oírte. Si dejas de ser feliz y pasas más tiempo torturándote tienes un serio problema, que debes solucionar y transmitir a tu pareja.
Uno tiene que estar consciente que nadie tiene la obligación de hacer lo que queramos cuándo y cómo queramos. Hay muchas personas demasiado consentidas que cada vez que no son complacidas, se enojan. Sin embargo esas actitudes son responsabilidad tanto del manipulador como del manipulado, en este caso no hay víctimas porque siempre han podido escoger algo distinto...
No hay que olvidar que parte del amor es aceptar los defectos del otro, que son parte de su esencia. Pero siempre y cuando estos no nos destrocen el alma, ni lleguen a contrarrestar todas las virtudes…
