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lunes, 30 de mayo de 2011

Un compromiso de dos


¿Puede ser que el deseo de estar con alguien sea tan fuerte, que olvidemos que ese alguien tiene que sentir lo mismo por nosotros?

En una relación hay dos almas que comparten un corazón. Sin embargo, a veces el amor de uno solo es lo que hace que perdure. Su motivación, emoción y deseo por mantenerse junto a la persona que adora es tan grande, que lo hace ceder, justificar, creer y perdonar. Pero no se puede construir una linda relación en soledad, no basta con la participación solo de uno, necesita del interés y cariño de ambos…

Es tan fácil dejarse llevar por los sentimientos, ilusiones y expectativas, que sin darte cuenta te puedes alejar de la realidad. Hasta que de pronto, en el peor de los casos te ves queriendo sola y entonces ¿qué haces? ¿Te alejas de lo que más quieres porque simplemente no te quiere? O ¿permaneces hasta que llegue el día en que te pueda querer como necesitas? Porque eso es otro tema, muchas veces no es que no haya amor, si no que no está ese tipo de amor que uno busca… y cuando realmente no está, uno se niega a creerlo, porque es difícil aceptar que tu amor simplemente no te quiere.

Si uno fuera analítica no existirían estos problemas, porque sería tan fácil elegir querer a quien nos conviene, a quien nos daría todo lo que queremos y cumple con ciertos “requisitos”. Pero el amor simplemente nace, simplemente nos deslumbra sin previo aviso y se instala en nosotros sin que podamos hacer nada, más que vivirlo con sus buenos y malos momentos…

Yo quería decirle que tenía miedo... Miedo de que él jamás me amara en la forma que yo deseaba ser amada. Yo temía que tal vez el no tenía la capacidad de amar a nadie excepto a si mismo. Yo temía que llegado el momento me rompería el corazón de nuevo... Pero lo engañe y solo dije “No me pasa nada” Carrie Bradshaw

domingo, 22 de mayo de 2011




Esta película me hizo recordar a una niña que actuaba similar a la protagonista, no demostraba lo que sentía por temor a ser herida, una muestra de afecto era una muestra de vulnerabilidad, de debilidad. Sin embargo, detrás de su coraza de frialdad igual existía el dolor y la tristeza, que cargaba en soledad. Con el paso del tiempo aprendió a ser querida, a confiar, aprendió a tener ilusiones y arriesgarse a sufrir, porque entendió que disimular ser fuerte no servía de nada, entendió que es necesario el dolor para conocer la alegría… y así aprendió a demostrar amor a quien la quería, aprendió a demostrar lo que sentía…

jueves, 19 de mayo de 2011

Problemas comunes entre amigas…


En un contexto donde estamos envueltos en la rutina, respondiendo a las responsabilidades mecánicamente, olvidándonos y postergándonos, por culpa del tiempo que siempre parece estar justo. Es comprensible que olvidemos hacer un seguimiento a las amigas que no vemos día a día, damos por entendido que pueden sobrevivir solas en su mundo. Más aún si no se acercan a decirnos que nos necesitan o que tienen un problema. Esta situación genera miles de inconvenientes… porque se da para cuestionar la amistad, sintiéndose solas porque esperan un interés que no llega. Ahora muchas veces no llega por una falta de sentimiento, es porque la rutina nos consume y nos hace difícil poder manifestar constantemente interés y preocupación, pero tampoco es imposible…

Cuando la rutina las separa hay que aprender a llevar la distancia física sin dejarse estar, sabiendo cómo están y en qué andan, dejando en claro que pueden contar con uno, que tan solo tiene que decirnos que nos necesitan. Ahora este sentimiento de dejación no solo se da cuando la rutina las aleja, sino también cuando pareciera que solo la rutina las une…

Otro problema es que pareciera que a veces ya no hay paciencia para escuchar a la otra repetir una y otra vez el mismo problema… eso puede suceder porque a veces uno siente que carga con los problemas de ella, producto de lo mucho que nos importa su bienestar y nos duele ver que se equivoque siempre en lo mismo… Pero no hay que pretender hacerse cargo de problemas ajenos, no solo porque sea agotador al verse impedido de solucionar las cosas, ya que están fuera de nuestro alcance, si no porque nuestra misión como amigas es ayudarle a que ella los cargue de una mejor manera, pues solo ella es la protagonista de su historia.

En ocasiones falla el ser lo suficientemente empática con lo que le afecta a tu amiga. Pero hay que esforzarse y tratar de darle la importancia que ella le da a lo que le duele o lo que le alegra, una vez que se dimensiona ese sentimiento y se entiende un poco la situación que ella vive, se pueden dar consejos y un apoyo pertinente. La empatía es difícil cuando el lazo de amistad se da en personas tan diferentes, con unos intereses totalmente distintos. Sin embargo, igual se puede tratar de acercarse a la realidad de la otra, si no es por la misma experiencia, buscando cosas parecidas que nos hagan entender más a esa amiga que quiere nuestra comprensión para celebrar, comentar o llorar…

Otra cosa que se presta para sentimientos encontrados es la falta de comunicación “sincera”. Por eso hay que ser enfática en decir que se está mal cuando se está mal, decir que se necesita más apoyo o atención si es que así lo sienten, no debemos esperar a que se interesen, que adivinen entre palabras o descubran entre omisiones o mentiras lo que realmente sentimos…

Y finalmente hay que conversar los problemas antes que se acumulen, porque muchas veces hay mucho dolor de puros malos entendidos y solo arrastraremos la angustia sin tener ninguna respuesta mientras no resolvamos hablar el tema, hay que atreverse a conversar para tener un alivio y las respuestas o explicaciones que necesitamos…

lunes, 16 de mayo de 2011

Lo que quieres o lo que necesitas?

No siempre existe una armonía entre lo que uno quiere y lo que realmente necesita, pues uno no siempre quiere lo que necesita o necesita lo que quiere… Esto no solo ocurre al momento de comprar algo, que es donde se comprueba este accionar de manera más evidente, sino con actitudes de vida, concepciones de mundo.

Me explico, por ejemplo quien es consentido toda su vida porque todos hacen lo que él quiere, necesita saber en algún momento que no es el centro del universo, que nadie tiene la obligación de girar en torno a él. Claramente vemos lo que necesita como lo “bueno”, ya que le permite desarrollarse íntegramente como persona. Pues alguien que no es capaz de ver más allá de si, no puede pensar en un otro y eso no le hace bien a nadie, porque uno se rodea de más personas.

Otro ejemplo, puede ser cuando una persona está acostumbrada a victimizarse, teniendo en su círculo cercano gente que se dedica a comprenderla y darle apoyo. Sin embargo, esa ayuda no sirve de mucho porque no es lo que necesita, lo que requiere son soluciones para acabar con sus problemas, para enfrentarlos de otra manera.

Por ende, muchas veces cuando las cosas no resultan como queríamos o las personas no actúan como esperábamos, dando por entendido que no actúen perjudicándonos, sino invitándonos a ver las cosas de otra manera, nos nutrimos mucho más que si todo confirma nuestro paradigma. Las crisis que en nuestra visión no se pueden explicar o no se acomodan, hacen surgir otra visión de mundo, una renovada y mejorada, cambiando en cierta medida nuestra manera de pensar y de relacionarnos, porque integramos elementos que antes ignorábamos… elementos que fueron traídos desde el exterior, porque a diferencia de comprar algo que queremos y no necesitamos, no nos frena la conciencia, sino algo o alguien que nos cuestiona, que nos hace replantearnos las cosas…

domingo, 15 de mayo de 2011

Una realidad de posibilidades



“No podemos retroceder por eso es muy difícil elegir. Tienes que tomar la decisión correcta. Mientras no elijas todo permanece posible”

martes, 3 de mayo de 2011

Ilusión, realismo, pesimismo…


Hay diferentes modos de enfrentar la vida. Ese lente que te hará ver la realidad de determinada forma, dependerá de miles de factores, entre ellos la edad (entendiéndose no solo como un número, sino como etapas en la vida en donde se enfrentan distintas situaciones con diferente nivel de madurez).

A lo largo de la vida podemos fácilmente atravesar por las tres miradas generales a las que me referiré (Ilusión, realismo y pesimismo). Ahora como todo exceso es malo, el problema surge cuando uno se aferra a una sola posición, invalidando a las otras dos.

Por ejemplo, una persona totalmente ilusa vive en un mundo de fantasía, ajeno a la realidad. Se abstrae de lo cotidiano y práctico para vivir en los sueños y sufre porque nada suele resultar como espera. Alguien solo realista vive sin ideal, es una especie de robot que solo cumple su deber porque así debe ser. Y por último quien es pesimista está ahogado e inmóvil frente a los problemas que tiene y se atormenta con que vendrán peores. Creando una realidad donde hay una permanente tormenta.

En la ilusión y el pesimismo hay un elemento en común bastante evidente, en ambos casos se vive una realidad ficticia donde no se percibe lo que realmente es la vida. En cambio en el realismo máximo se vive inmerso en la realidad. Pero no hay vida, no hay emoción, motivación o desmotivación, no hay un sentido que no sea mundano o práctico, es algo vacio. Es como un ser sin espíritu…

Ser pesimista anulando la esperanza nunca será saludable. Pero combinar la ilusión con el realismo te puede hacer alcanzar la felicidad. Porque si bien hay que adaptarse a una sociedad con deberes y derechos, en el camino no se pueden abandonar o erradicar los sueños y el cuestionar la realidad, comparándola con un ideal o utopía que se quisiera alcanzar. Vive tu sueño en la realidad. Transforma la fantasía a lo real…

“En general, al comparar la obra de los individuos con su antiguo comportamiento adolescente, que aquellos que, entre los 15 y los 17 años, no han construido nunca sistemas que inserten su programa de vida en un amplio sueño de reformas, o aquellos que, al establecer su primer contacto con la vida material han sacrificado totalmente su quimérico ideal a sus nuevos interese adultos, no han sido los más productivos. La metafísica de la adolescencia, así como sus pasiones y su megalomanía son, por tanto, auténticas preparaciones para la creación personal” Piaget, seis estudios de la adolescencia

Hablar más de la cuenta...

Cuando uno tiene sentimientos hacia una persona, siempre están ahí. Pero como cada día es distinto, puede suceder que un día te despiertas de malas y pateas la perra, te desahogas contra esa persona con alguien de confianza y aprovechas de descargarte, dices todo lo que quieres. Sin embargo, eso no significa que no quieras a la persona por la que reclamas. Luego suele ocurrir que se te olvida el mal momento, se te pasa o todo se arregla. Entonces uno parece estar loca. Pero no es tan así, es normal molestarse, contentarse y así sucesivamente, es parte de una relación interpersonal, no puede ser siempre perfecta, en alguna instancia surgen problemas, malos entendidos, desacuerdos.

Ahora ese desahogo que uno hace con esa persona en la que confías, no le da el derecho a después estar recriminándote todo el día, por lo que dijiste. Tampoco le da el derecho de hablar mal de ti, diciendo que eres inconsecuente y lo que definitivamente no es aceptable es que si pelean, te tire lo que en ese momento te tenía atravesada.

Si uno realmente conoce a la persona a la que se escucha, sabrá distinguir los verdaderos sentimientos de todas las palabras que se pueden decir… después de todo es muy fácil hablar y más fácil hablar preso de un estado de enojo, pena, etc. Ahora sea como sea el momento en que son dichos los comentarios, no somos nadie para juzgar… cada uno mantiene las relaciones que quiere, como quiere y con quien quiere, si son felices así basta, no hay nada más que decir.

lunes, 2 de mayo de 2011

Tropezar con la misma piedra


En general uno aprende de los errores, pero a veces equivocarse no sirve de nada, porque aún con mil caídas volvemos a lo mismo una y otra vez… lo raro es que somos capaces de darnos cuenta que vamos por un mal camino y no hacemos nada por retroceder, cambiar de dirección o enfrentarlo de otra manera, tan solo repetimos una conducta que no nos conduce a nada positivo.

Ser consciente de lo que nos hace mal y acercarse a ello, haciéndolo parecer como algo prácticamente inevitable, que se escapa de nuestro control, manifiesta que hay un problema. ¿Por qué preferimos tropezar nuevamente? Quizás porque cambiar implica determinación, requiere dejar atrás un pasado al que estamos acostumbrados, el que aunque no sea recomendable es conocido. Quizás porque no hay un control de sí mismo. Quizás por carencias afectivas que permiten que uno acepte lo que no debería. Quizás porque no se tiene la valentía para enfrentar las cosas de otro modo, no se sabe bien cómo hacerlo. Quizás porque el cambio implicaría más dolor que la caída. Quizás porque no se cuenta con la ayuda para mejorar y salir de ahí.

A veces uno necesita de alguien que te ayude. Sin embargo uno no puede ayudar a quien no quiere ser ayudado… porque para que alguien cambie, o sea modifique su conducta o su manera de pensar, tiene que estar convencido de que ese cambio es lo mejor para sí mismo, que es lo más saludable.

Es difícil vivir años de una forma y de pronto tener que pararse frente a la vida de una manera distinta. Por ejemplo, si siempre se ha optado por el camino “más fácil”, que sería no hacer nada más que lamentarse por los problemas. En un momento de lucidez te darás cuenta que eso no aporta ni ayuda en nada, al contrario te deja más triste y donde mismo, entonces tendrás que atreverte a cambiar. Pero la tendencia a reaccionar como antes te seguirá y te atrapará si no eres fuerte. Lo mismo pasa en el caso de una relación amorosa. Por ejemplo, cuando hay una relación de años y un engaño imperdonable, que significaría reencontrarse con la soledad que parecía desconocida, se puede optar por continuar como si nada… pero no por amor, si no por no querer atreverse a enfrentar la realidad de un modo distinto.

Es más cómodo y fácil repetir el camino, aunque se caiga mil veces, que cambiar…