Casi siempre al acabarse una relación, uno pasa por diferentes fases. Primero te invade una profunda pena por la ausencia de la que era tu pareja. Te duele demasiado el dimensionar que ya no compartirán más momentos juntos, que sólo quedan recuerdos y que todas las proyecciones se derrumbaron en segundos. Luego se comienza a extrañar la compañía de la persona mientras uno se vuelve a acostumbrar a duras penas a estar solo. Pero es bastante difícil considerando que los recuerdos bombardean tu mente y la nostalgia comienza a apoderarse de tu alma, queriendo revivir los momentos. Ahí comienza una idealización de la relación que se tenía, todo parece haber sido perfecto y uno llega a olvidar los motivos de la ruptura. En ese momento uno es vulnerable a volver con el ex. Sin embargo, si se es suficientemente fuerte, uno logra ver con claridad lo bueno y lo malo de lo que se tuvo.
Después según las actitudes que tiene tu ex, que suelen ser decepcionantes e inesperadas, uno queda con la sensación de que nunca te quiso tanto de como dijo y/o de lo que te hizo creer. Entonces te sientes engañada y dudas de lo veracidad de todo el romance, convirtiéndose el dolor en enojo y a veces hasta en rencor. Por lo que comienzas a sentir una necesidad por aclarar todo lo que quedó pendiente y por saber si realmente te quisieron. Finalmente (dependiendo de la madurez de cada uno) uno se da cuenta que lo mejor para todos es pensar que fueron sinceros contigo tal como tu fuiste, que debes recordar los bonitos momentos, dejando de lado lo malos y que debes dar vuelta la página, para comenzar a escribir una historia distinta y nueva.
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