No existirían los rumores si no hubiera gente interesado en ellos. Pero es cotidiano hablar del resto. Ahora ¿Cuál es el afán de saber de otros? Si uno lo mira objetivamente no nos debiera importar, fuera verdad o mentira no nos incumbe, no es nuestra vida.
Es entendible querer saber de nuestros cercanos, porque nos preocupamos por ellos y queremos que estén bien. Pero aquellos que nos dan lo mismo, ¿por qué comentar de sus vidas? ¿Para qué perder el tiempo?
Es molesto que hablen de uno, que otros se crean conocedores de una vida que nos les pertenece y se sientan con el derecho de analizar todo. Pero debe ser más molesto escuchar una y otra vez verdades que quieres ignorar o que prefieres callar.
Convertirte en un tema, hace que te prestes para diversas interpretaciones e inseguridades de otros, que si encuentran un terreno fértil se pueden posicionar en uno… potenciando problemas u originando nuevos. Tal vez esto no es tan malo, porque hay quienes necesitan un empujoncito de afuera para atreverse a hablar, ahora el problema es saber la intención de quien hace esa crítica, porque no se le puede prestar atención a todos los comentarios, uno tiene que saber elegir a quien escuchar. Aunque pensándolo mejor, ser vulnerable a todo lo otro crea, sea quien sea (por muy buenas intenciones que tenga), es un problema que se da porque no se has escuchado a uno mismo. Por eso hay un terreno fértil donde se cobijan los comentarios, porque estos al final te representan.
Uno no debería esperar a que otro te dijera lo que a ti te molesta, uno sabe lo que le molesta, tiene que admitirlo y manifestarlo, o si no tus asuntos pendientes serán armas de quienes te quieren perjudicar porque sabrán cuál es tu punto débil.
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