No es fácil atreverse a abrir el corazón, dejando a la vista lo que sientes. Sin embargo muchas veces es la única manera de encontrar las respuestas que necesitas y solucionar problemas, porque ¿para qué fingir que algo no te importa, si ese algo te duele? Cuando se dice la verdad, cuando se habla de corazón, cuando uno se logra desahogar sin miedos, simplemente expresando lo que siente, se está a un paso de una reconciliación.
Pero las personas muy orgullosas antes que hablar prefieren pagar el precio de alejar a quienes quieren. Detrás de esta actitud no se esconde más que inseguridad, pues no se atreven a reconocer ante otro que no se sienten bien, que se equivocaron y que desean más que nada que todo se arreglara y fuera como antes. En conclusión, prefieren perder a quienes quieren antes que exponer su fragilidad… antes que aceptar que están devastados y que los necesita en su vida para poder estar bien.
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