Las palabras por si solas son tan torpes, tan faltas de delicadeza y tan cómplices de daños. En ocasiones son indomables, pues es fácil que se mal interpreten y terminen diciendo algo distinto a lo que queríamos. Son tan limitadas y mezquinas para expresar lo que uno siente y tan imborrables después de pronunciarlas.
Pero si se saben usar correctamente pueden ser muy dulces, así como pueden ser implacables a la hora de herir, también pueden sanar.
Hay que tener cuidado con las palabras porque siempre hay alguien escuchándolas. Recuerda eso...
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