Las mujeres estamos presionadas a cumplir un estereotipo de belleza, ser delgada y curvilínea. Muchas se obsesionan para conseguirlo y a primera vista parece absurdo la superficialidad de sus intereses, ya que pareciera que lo único importante para ellas fuera tener una apariencia “perfecta”. Pero es más que eso, es lo que viene asociado y ceñido a ello, así como el consumir es más que solo comprar objetos, el querer tener un cuerpo admirado socialmente está lleno de significados profundos. Sentirte aceptada, deseada, irresistible, regia y conforme contigo mismo es indispensable para poder ser feliz, pues te da la seguridad para poder enfrentarte al mundo. Si tienes una baja autoestima, no te quieres a ti misma y sientes que eres menos que todos. Por ende creerás que nadie se podrá fijar en ti y que si alguien lo hace será casi que por pena y deberás estar agradecido por ello…
No hay que olvidar que la belleza no está tan solo en el exterior. Sin embargo es lo primero en que todos se fijan por razones obvias. Pero esa belleza transitoria si no se sostiene con un buen contenido pasa a ser solo un buen envase… por eso hay que preocuparse en cultivar también el interior. Pero ¿qué pasa cuando ese interior está capturado en lo que los ojos ven? ¿Qué pasa cuando pones todo tu valor en lo que otros digan de tu apariencia? Es complicado poner todo lo que eres en tan solo lo que proyectas… te vuelves vulnerable a la opinión de todos y tu autoestima pasa a estar controlado por otros.
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