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miércoles, 8 de agosto de 2012

Engaños

Si bien una herida puede cicatrizar y el dolor puede acabar, a veces quedan marcas imborrables que jamás te permitirán olvidar… es complicado no dejarte atormentar por aquello que un día te dañó, porque siempre queda el miedo de que la situación se puede repetir y terminarás nuevamente sufriendo…

Es difícil superar una traición a la confianza por varias razones. Primero por el impacto del suceso, es un shock darte cuenta que ingenuamente ponías las manos al fuego por alguien que realmente no conocías. Rápidamente esa suerte de asombro e incredulidad se convierte en desilusión, porque jamás creíste que quien decía amarte fuera capaz de algo así, entonces comienzan las dudas, nada era real y te empiezas a sentir tan vulnerable, tan expuesta, tan pasada a llevar y tan estúpida por no haber desconfiado. Y aquí es cuando la angustia se apodera de tu control… 
Duele asumir que quien amas tuvo interés en otra persona. Duele pensar que mientras estaba contigo estaba también entusiasmado, dedicándose, coqueteando, disfrutando y compartiendo con alguien más. Duele su falta de sinceridad y duele que te haya dañado de una manera tan profunda…
El problema de un engaño es que duele una vez al enterarte y vuelve a doler cada vez que recuerdas que le gustó y pensó en otra persona mientras creías que eras la única…  para qué mencionar cómo duele si es que tu pareja pasó de una confusión a algún grado de intimidad. Superar algo así de fuerte es todo un reto, pues aunque perdones, nada será como antes y debes acostumbrarte a eso. Tratar de ser feliz a pesar de ese pasado… ¿se podrá?

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