Sin esperanza, anhelos e ilusión no somos nada. Pero confundir la fantasía con la realidad es un peligro. Cuando tu sueño se vuelve una pesadilla que te impide ser feliz, hay un grave problema…
A veces lo que siempre hemos querido vivir nos obsequia un mal momento. Nuestros sueños traicionan nuestra percepción de la realidad haciendo que olvidemos que son solo un invento, y al mismo tiempo que nos apuñalan, no nos dejan disfrutar la realidad… lo trágico es que aunque nos demos cuenta de todo eso, sigue siendo muy difícil suprimir las expectativas y dejar de esperar, si desde pequeña te hacen creer en los cuentos de hadas, en los momentos perfectos, en el príncipe azul, en los finales felices… y hacen que quieras y aspires a eso, que persigas una ilusión… es como que te implantaran un chip en lo profundo de tu ser con puras utopías.
Por eso mismo la mayoría de las mujeres espera que a su pareja les nazca hacer algo por ellas, o más bien que hagan lo que nosotras haríamos por él o que hagan lo que creemos- suponemos- esperamos que alguien que ama hace. Pero ¿qué sucede? Nunca llega lo que esperamos, porque solemos vivir en un mundo que no es real… lo triste es que cuando no se cumple nuestro ideal caemos de nuestra fantasía y duele… hay decepción y angustia. Mientras que también se enciende una chispa de esperanza de encontrar en otro lugar esa fantasía…
La verdad nadie está a la altura de nuestra creatividad, somos demasiado buenas imaginando un mundo soñado… por eso nos cuesta y nos duele entender que quien nos ama no nos tiene que complacer siempre, porque también tiene sus propio mundo, ideales, opiniones…
Las malditas expectativas te mantienen alejada de la realidad, te mantienen queriendo algo que no existe, te tienen pensando cosas que no son. Es decir, te pasas rollos que solo te atormentan porque difícilmente se cumplirán y al no cumplirse te dará para dudar de por qué no se cumplieron..
A raíz de nuestra buena imaginación creamos problemas de la nada, porque suponemos cosas que nos torturan antes siquiera de comprobarlas, les damos vuelta a las cosas una y otra vez. Una pequeña incomodidad la agrandamos de manera tal, que complica nuestra existencia y nos amarga el día.
Lo peor de crear tormentas en un vaso de agua al mezclar expectativas rotas con conclusiones ficticias, es que no siempre hablamos en el momento oportuno, lo que tarde o temprano nos pasa la cuenta. El silencio suele dar lugar a que se creen mil ideas que no tienen un sustento real, más que un malentendido… y una pequeña cosa va creciendo como una bola de nieve…
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