Al estar en pareja se escoge un nuevo modo de vida, pues se abandona la soledad para estar junto a la persona que amas y que te hace feliz.
Tener una relación amorosa es saber que alguien está atado a ti como tú de él. Alguien con quien quisiste compartir tu vida y abrirle tu corazón, comprometerte con lo que le sucedía, involucrarte con sus penas y alegrías. Es saber que hay alguien que te necesita y depende de ti para estar bien. Es saber que alguien se preocupa por ti porque le importas. Es hacer partícipe a ese alguien de lo que vives, integrarlo a tu rutina, ya que se ha transformado en una parte importante de tu vida. Es saber ceder, comprender, tolerar, confiar, conversar, escuchar, apoyar, ayudar, querer…
Está claro que cuando se ama, se está más vulnerable, más frágil y dependiente, por el hecho de que necesitas de un mutuo interés para mantener una relación en el tiempo. Sin embargo, hay dependencias excesivas que terminan ahogando al otro, quitándole su espacio y haciéndole sentir un peso, porque al ser su todo, su pilar, eres prácticamente responsable o culpable de todos sus estados de ánimo, pues no sabe vivir por si mismo. Por otro lado, el ser muy independiente y saber arreglárselas y cuidarse a la perfección sin la ayuda de nadie, puede interpretarse como una cierta lejanía y frialdad, pues no hay necesidad de integrar a la pareja a nuestras inquietudes, a nuestra vida, ya que uno puede resolver todo por si solo. Ambas situaciones son un exceso, y todo exceso no es saludable, lo ideal siempre es tener un equilibrio.
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