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martes, 3 de mayo de 2011

Ilusión, realismo, pesimismo…


Hay diferentes modos de enfrentar la vida. Ese lente que te hará ver la realidad de determinada forma, dependerá de miles de factores, entre ellos la edad (entendiéndose no solo como un número, sino como etapas en la vida en donde se enfrentan distintas situaciones con diferente nivel de madurez).

A lo largo de la vida podemos fácilmente atravesar por las tres miradas generales a las que me referiré (Ilusión, realismo y pesimismo). Ahora como todo exceso es malo, el problema surge cuando uno se aferra a una sola posición, invalidando a las otras dos.

Por ejemplo, una persona totalmente ilusa vive en un mundo de fantasía, ajeno a la realidad. Se abstrae de lo cotidiano y práctico para vivir en los sueños y sufre porque nada suele resultar como espera. Alguien solo realista vive sin ideal, es una especie de robot que solo cumple su deber porque así debe ser. Y por último quien es pesimista está ahogado e inmóvil frente a los problemas que tiene y se atormenta con que vendrán peores. Creando una realidad donde hay una permanente tormenta.

En la ilusión y el pesimismo hay un elemento en común bastante evidente, en ambos casos se vive una realidad ficticia donde no se percibe lo que realmente es la vida. En cambio en el realismo máximo se vive inmerso en la realidad. Pero no hay vida, no hay emoción, motivación o desmotivación, no hay un sentido que no sea mundano o práctico, es algo vacio. Es como un ser sin espíritu…

Ser pesimista anulando la esperanza nunca será saludable. Pero combinar la ilusión con el realismo te puede hacer alcanzar la felicidad. Porque si bien hay que adaptarse a una sociedad con deberes y derechos, en el camino no se pueden abandonar o erradicar los sueños y el cuestionar la realidad, comparándola con un ideal o utopía que se quisiera alcanzar. Vive tu sueño en la realidad. Transforma la fantasía a lo real…

“En general, al comparar la obra de los individuos con su antiguo comportamiento adolescente, que aquellos que, entre los 15 y los 17 años, no han construido nunca sistemas que inserten su programa de vida en un amplio sueño de reformas, o aquellos que, al establecer su primer contacto con la vida material han sacrificado totalmente su quimérico ideal a sus nuevos interese adultos, no han sido los más productivos. La metafísica de la adolescencia, así como sus pasiones y su megalomanía son, por tanto, auténticas preparaciones para la creación personal” Piaget, seis estudios de la adolescencia

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