Todos hemos sido alguna vez discriminados y hemos discriminado intencionalmente o sin querer. Ser discriminado duele porque claramente es un ataque a nuestra persona pero la solución no es lamentarse ni tratar de agradar a todos si no que saber enfrentar los desagradables ataques y para enfrentarlos primero que todo no hay que dejar que sus palabras tomen tanta importancia afectando nuestra autoestima. No se debe permitir ser lo que otros quieran que seamos, uno es lo que quiere ser y al que no le gusta, se aguanta. Si queremos cambiar algo de nosotros mismos es por una decisión nuestra y no por los demás.
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